Comparto dos poemas de mi obra Dios en Dubrovnik, que expresan la vivencia de la errancia:
la salida (la frontera) y la incógnita del futuro (el mar insondable)
Llueve
en Montfalcone,
el
tren desacelera, chirría,
los
rieles y las vigas sostienen sus ideas.
Es
la frontera.
En
los pasillos se capturan todos los adioses.
En
los pasillos están todas las brisas.
Enre
los dientes tiembran innumerables cigarrillos.
Piensa
en pasos, en noches, en campanas.
Y
vuelve a ese cielo color farsa profundo,
las
vías oscuras, a la politzei revisando bajo los vagones.
Montfalcone
apenas iluminado, sus focos de luz amarilla
bambilándose
como un garito en la frontera.
*
Del
Hidalgo jamás se supo.
Algunos
dicen que se alejó
caminando
sobre las aguas,
una
mañana de niebla.
Los
mueros lo llamaban desde los acantilados,
sedientos
de explicaciones.
Llevaba
corales como costras,
Incrustadas
en el cuerpo y en los andrajos del hábito,
y
tratando, ddesesperado, por quitárselas
Nada
quería para llevar, ni un recuerdo.
Era
un caballo de mar asustado
sobre
un mar rojo de sangre.