A Mayo
(1841-
fragmento)
Triunfos
y glorias en la lira mía
deben
hoy resonar. Cese el gemido
que
entorno al polvo del campeón caído
lanzara
el alma en pavoroso día.
Vengan
hoy a mis cien palmas verdosas
porque
el mustio crespón que anuncia llanto
nubla
la mente que levanta el canto
al
nivel de victorias portentosas.
¡Palma
a mi sien! Mas palma entrelazada
con
albas cintas en azul teñidas
colores
que a la vez son bien queridas
del
cielo hermoso y de la patria amada.
Palma
a mi sien, recogimiento a mi alma
sublime
majestad a la voz mía
dad
¡oh mi Dios! dispensador del día
como
dais tempestades y dais calma.
Todo
es tuyo, Señor, en mi creencia:
prodigios
de los hombres y conquistas,
creaciones
de vates y de artistas,
son
obra tuya, no de humana ciencia.
Jamás
alcé mi pensamiento al cielo
a
contemplar las luces de tu gloria,
sin
tenerte, Señor, en la memoria,
y
sin mirar compadecido al suelo.
Y
cuando pude comprender un día
lo
que hicieron los próceres de Mayo,
ya
comprendí también que ardiente rayo
de
tu luz divinal les dirigía
Juan María
Gutiérrez
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