28 feb 2025

Carnavales 2025

En vísperas de los Carnavales 2025, comparto este fragmento de Eugenio Trías, que reflexiona a partir de una frase inigualable de Nietzsche.sobre la necesidad de la máscara. Espero que les motive a pensar algo distintos en estos días feriados.

Ivo Kravic

*

“Todo lo que es profundo ama el disfraz… Todo espíritu profundo tiene necesidad de una máscara” (Nietzsche)

Han pasado los años y el mensaje de Zarathustra no ha sido oído […] Actualmente se comienza a sospechar que en esa sistemática voluntad nietzscheana por desmentirse, debe hallarse su coherencia suprema. Asimismo, se empieza a entender la necesidad del uso del aforismo como concreción lingüística de un estado pulsional. Por último, se ha descubierto la “clave” de ese texto escandaloso en las fisuras, en los hiatos, en esos espacios en blanco que separan un aforismo de otro. […]

Si hoy día Nietzsche vuelve a situarse en primer plano de las preocupaciones filosóficas no se debe simplemente a una moda y mucho menos al retorno de un “irracionalismo” cuyo carácter fantasmal señalamos en otra ocasión. La razón de este retorno es sencilla. La filosofía, en efecto, constituye de siempre una reflexión tardía y crepuscular que “eleva la vida a concepto”. Si actualmente la filosofía recupera a Nietzsche, ello es debido a que vitalmente empezamos a ser, sin saberlo, nietzscheanos. 

Pues comenzamos a entender que esa pretendida “unidad de la persona humana”, esa unidad asegurada por un alma bella y hasta inmortal, o por un yo-fetiche o por una supuesta conciencia se desvanece. Comenzamos a comprender que la “identidad personal” es un mito, probablemente burgués, en cualquier caso occidental. Que ese mito se halla asegurado por un bautismo y el consiguiente cobro de un “nombre propio”. […]

Pero detrás de ese carnet ¿qué hay? ¿Qué es eso que llamamos “hombre” sino un paquete de papeles o máscaras (roll-set lo llaman los sociólogos americanos)? Y la conciencia ¿no es la ilusión de una identidad que no tiene fondo, el apego febril a una máscara y un papel? Se ignora que detrás de las máscaras no hay nada –quizá un rostro sin ojos, sin lengua, sin expresión-. […]

Pero yo ya no soy yo, soy ese que se escapa de continuo de si mismo, ese que no se detiene jamás, ese que viaja de continuo, que se disfraza una y otra vez hasta el infinito. […] En ese aforismo, separado por un hiato del siguiente, de ese “otro yo” que desfila detrás de él, de esa otra máscara o disfraz que prolonga el Carnaval hasta el infinito.

Y si la filosofía actual comienza a tomarse en serio ese Carnaval, es que vitalmente comienza a anunciarse ese “anti-sistema” que no hace mucho señalaba Pi del Güell […] Zafarnos de esos proyectos “eternos” o “de por vida” que ahogan el Carnaval en otro Carnaval, en un Carnaval invertido que ignora el “travestis” en que se funda.

 * Eugenio Trías, Filosofía y Carnaval y otros textos fines, Bs, As., Anagrama, 1973, pp. 77-87, fragmentos.


2 feb 2025

Homenaje al Sargento Cabral

Aquel 3 de febrero

 

[Luz de amanecer – cascos – relinchos.

Un fraile advierte la presencia de un hombre de camisa blanca y pantalón azul]

 

Fraile-  ¿Quién es Usted, Señor?

¿Cómo entró?

¿Por qué está aquí?

 

El hombre [Habla como si no reparara en la presencia del fraile]

Aquella puerta daba al campanario.

Era un cielo límpido.

Y el hombre se volvió a sus soldados

 y los miró con orgullo.

 El uniforme azul, el morrión.

Luego subió.

Miró por su catalejo.

Y a poco baja.

Da las ordenes.

Monta ese caballo. 

Esa mirada azul.

 

Redoble de tambores.

El cielo baja hasta los rojos estandartes.

 

Coro

¡A la carga!

¡A la carga!

¡Los granaderos van a la carga!

 

 Solista-  Es hermoso el cielo azul.

 [fuego de fusilería - voces de mando]

 Es hermoso el cielo azul

 

[Cambio de luces, se proyectan sobre él.

Hay una suerte de transformación

Y adopta la suerte de Cabral]

 

Pero viene una bayoneta

hacia mi cuerpo.

Viene a calar mi alma.

Viene el cielo de Corrientes

para hablar a mi infancia.

Pero soy el que debe sacarlo de su pobre caballo muerto.

A salvar lo que no sé,

algo que no sabré hasta un cielo

de caballos de triunfo.

Soy el que lo saca de su pobre caballo muerto.

 Quince minutos de gloria

 en que pude salvar lo que acaso  no sabré nunca.

 

Sólo estos caballos saben de mi cielo

como la bayoneta en mi dolor.

Ellos con la mirada en mi

Solo sé que salvo lo que desconozco.

Que la patria me mire desde esa incertidumbre

Y muero, lo que desconozco de ese hombre

que nos dio quince minutos de gloria.

 

Fraile- ¿Quién es Usted, Señor?

¿Por qué está aquí?

 

El hombre-  Yo dormiré esta noche

en la misma habitación de la agonía.

Porque sólo soy

un hombre que escribe

Apenas soy una breve luz

de narrador de historias.