Para
comenzar el año
¿Qué
puedo hacer yo por mi felicidad y por la de los seres que me rodean? A veces la
buscas o la pides donde no está. Puede estar en el rostro bienamado que te
acompaña en la mesa, o acaso en el niño de la calle, ese niño que no es tuyo. O
en los ancianos en cuyo rostro quizás se dibuje una plegaria por ti.
El
año nuevo intuye un rostro nuevo. Y nos espera. Que las doce uvas de medianoche
nos acerquen a la felicidad buscada.
Ivo
y Celina